lunes, 26 de enero de 2015

[AUSTRALIA] Dia 8: Camino a Melbourne

El camino directo desde Goulburn a Melbourne, es de algo menos de 700kms, pero ya que íbamos a pasar el día en el coche, decidimos alargar un poco el camino para atravesar por las montañas, por el parque nacional de Koscuiszko. Así al menos el camino sería interesante.


La primera parada, la hicimos a media mañana en un pequeño pueblo de montaña, llamado Jindabyne. Un sitio tranquilo con una pequeña fábrica de cerveza local, un par de pubs y un puñado de tiendas de deporte especializadas en deportes de nieve principalmente. Seguramente en invierno estará lleno de gente, pero nosotros lo vimos más bien vacío.



Las carreteras de Australia están llenas de carteles de aviso sobre distintos animales, sobretodo canguros, pero no llegamos a ver ninguno... vivo al menos, porque en las autopistas hay bastantes atropellados en las cunetas. Parece ser que suelen salir al atardecer, y entre la mala visibilidad y que los animales se desorientan por culpa de los faros de los coches, la tragedia esta servida.


En general, el recorrido a través del parque es bastante agradable, una carretera sinuosa y estrecha rodeada de vegetación y con paisajes espectaculares. Nos dio pena no tener más tiempo para haberlo visto más tranquilamente y recorrer parte de él a pie.


Llegamos a Melbourne ya de noche y no nos costó demasiado encontrar el hotel, que habíamos reservado online la noche anterior. Habíamos buscado un sitio céntrico y con aparcamiento para evitarnos problemas con el coche, y al meternos dentro, tuvimos que dejar las llaves al responsable porque estaba tan lleno, que directamente había coches que se aparcaban delante de otros y, a veces necesitaban mover unos para sacar otros. Nos dio un poco de reparo, la verdad. Al ser un coche alquilado, no nos hacía mucha gracia que lo pudieran rallar.
Una vez acoplados en la habitación, preguntamos en recepción donde cenar. Una vez más se nos había hecho muy tarde y nos íbamos a encontrar casi todo cerrado a pesar de ser viernes por la noche. La recepcionista, muy simpática, nos dijo que la mejor opción era Chinatown. Allí encontraríamos donde cenar, seguro, y estaba a una manzana del hotel.
Acabamos cenando en un restaurante japonés, situado en un semisótano que nos dio buena pinta desde fuera. Solo había 2 mesas ocupadas, pero ambas ocupadas por japoneses, así que era buena señal. La carta por suerte, estaba llena de fotos de los platos y tenía un montón de platos de sushi para compartir, el problema es que era muy tarde y el que más nos llamaba la atención, una bandeja enorme con un montón de cosas, nos dijeron que no nos lo hacían, que llevaba mucho tiempo, así que pedimos otra bandeja más pequeña y algunos niguiris extra. Cuando nos trajeron la flor, nos sorprendió el grosor de los filetes de pescado, de casi un centímetro. Sinceramente pensamos que serían incomestibles, y fue justo lo contrario, el pescado prácticamente se deshacía de lo suave que era. El mejor sushi que hemos probado, con muchísima diferencia, aunque no hemos estado en Japón aun.

viernes, 23 de enero de 2015

Conoce tu cámara

Siempre he pensado que es vital, conocer las herramientas de que dispones antes de trabajar con ellas en serio y si hablamos de fotografía, dominar nuestra cámara es imprescindible antes de aventurarnos a una sesión fotográfica o un viaje, porque a veces nos puede costar caro.

En mi reciente viaje a Australia, desatendiendo mi propio consejo, tuve una experiencia bastante desagradable que viene al pelo para ilustrar esto. Además de mi réflex con sus objetivos, para este viaje me prestaron una cámara deportiva, resistente al agua y al polvo, que pensaba usar en situaciones en las que la D7000 no era una opción, pero cometí el gran error de no probar y practicar con ella antes del viaje. Menudo desastre.
El primer momento en que la intenté usar fue en unas tirolinas en medio de la jungla. Al segundo o tercer intento de grabar un video, me di cuenta de que daba un mensaje de error, "Memoria llena". No sabía que tenía la tarjeta de memoria, aunque estaba bastante seguro de que el primer video no podía haber llenado la tarjeta. De vuelta en el hotel, metí la tarjeta micro SD en la tablet para ver los videos y confirmar la "tragedia". Resulta que al poner a cargar la cámara en el mechero del coche, esta se ponía a grabar, por lo que conseguí un montón de  horas de video de la guantera. Maravilloso.

El segundo intento, en una jornada de snorkel, fue algo mejor, pero tampoco salió demasiado material aprovechable. Al menos grabé videos de lo que estaba haciendo. Mi falta de dominio de la cámara, se unió a la falta de experiencia con el video y la verdad es que son un montón de clips lamentables. Tengo que sacar tiempo para editar los trozos interesantes y pegarlos en un solo video, más bien corto para que no aburra.

En definitiva, conocer la cámara y experimentar con ella es muy importante antes de necesitarla realmente. A pesar de que era solo una cámara de apoyo, para actividades muy concretas, me podría haber traído del viaje unos videos más interesantes de las tirolinas y el snorkel. Una pena. Aun así imaginad que tragedia puede ser ir de viaje 2 o 3 semanas con una cámara que no conoces como única cámara y llevarla mal configurada durante todo el viaje por no conocerla. Cuando vuelves a casa te das de cabezazos con la pared más próxima. A veces es, incluso mejor, llevar una cámara vieja que dominas, a una nueva que desconoces.

martes, 20 de enero de 2015

Como saber si tu D750 tiene problemas de reflejos

Por si no os habéis enterado, por toda la red ha corrido la noticia de que la nueva Nikon D750, sufría de reflejos internos indeseados bajo determinadas circunstancias. Nikon ha permanecido en silencio desde que aparecieron los primeros casos, lo que no ha hecho más que empeorar la situación. Hace unos días incluso, se hablaba de la retirada masiva (y silenciosa) de las D750 de las tiendas para su reparación. Finalmente parece que Nikon, ha tomado cartas en el asunto y ha abierto esta web para que podamos detectar si nuestra cámara esta afectada por el problema, mediante su número de serie, aunque advierten que puede haber sido reparada ya, si encontramos un punto en el interior de la rosca del trípode como el de la imagen.

domingo, 18 de enero de 2015

Por que comprar un objetivo prime

Actualmente, cuando uno se aventura en esto de la fotografía con una réflex, normalmente empieza con el típico kit de cámara DSLR de formato APS-C y un objetivo zoom 18-55mm. Es cierto que hay más kits de DSLR + Objetivo(s), pero este es el más habitual y el más básico.
Este objetivo de kit, no suele ser demasiado luminoso y de calidad justa en los extremos de la focal y las mayores aperturas. No es que sean malas lentes, simplemente son lentes baratas para iniciarse y por tanto tienen sus limitaciones.



50mm f/1,8

Una adquisición interesante (por no decir imprescindible) es un objetivo fijo económico. Todas las marcas tienen objetivos de 50mm y apertura f/1,8 bastante baratos, muchas veces en torno a los 100€ o algo más si necesitamos que tenga motor de enfoque (para las DSLR Nikon que carezcan de él, por ejemplo).
Son objetivos que, por lo general, llevan años en el mercado o han cambiado muy poco, ya que se consideraba el objetivo estándar en la época del carrete.
La desventaja de un objetivo fijo respecto a un zoom, es evidente. La versatilidad que tienen estos últimos para cambiar el encuadre sin mover los pies es indiscutible. Ahora bien, al tratarse de ópticas, más simples, las ventajas son importantes:

-Portabilidad: Estas lentes prime, son bastante más compactas y ligeras que los objetivos zoom kitteros.
-Calidad: Un diseño óptico mucho más simple, deriva en más nitidez y menos aberraciones ópticas.
-Luminosidad: Normalmente suelen ser hasta 4 pasos más luminosos  que los zoom kitteros en su focal equivalente. Esto significa que llegará al sensor una cantidad de luz 16 veces mayor. Alguno me dirá que esto se suple con un estabilizador, pero ya hablaremos de eso otro día.
-Bokeh: Gracias estas grandes aperturas principalmente (en realidad también influye el diseño del diafragma), el bokeh (termino japonés para desenfoque) de estos objetivos fijos suele ser bastante agradable y los hacen perfectos para aislar al sujeto del fondo.


35mm

Estos 50mm de los que hablamos, pueden parecernos demasiado largos, en formato APS-C, para según que situaciones, y ahí es donde entran los 35mm, que digamos que en APSC son el equivalente a los 50mm en formato completo. El único problema es que esta focal ya no es tan barata como los 50mm, a excepción de Nikon, que tiene el archifamoso 35mm f/1,8 DX por unos 150-200€, que nunca me cansaré de recomendar.


Conclusión

Un objetivo fijo, barato y luminoso, me parece una compra inteligente, por su buenísima relación calidad-precio, sus posibilidades creativas y porque nos obligan a buscar mejor los encuadres como ya os conté aquí y aquí.

Orchid (3/52)



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viernes, 16 de enero de 2015

[AUSTRALIA] Dia 7: King's Canyon y destino Melbourne

Había que madrugar y mucho. Nos levantamos de noche cerrada, fuimos a la recepción del King's Canyon Resort (que abre 24 horas)  y devolvimos la llave para hacer el "check out". Lo habíamos dejado todo pagado.

Llegamos al aparcamiento de King's Canyon de noche, aparcamos y nos echamos al hombro las mochilas con lo mínimo. 4 litros de agua, gorras, gafas de sol, la cámara con el 10-20 y un 70-300 por si acaso. Ni siquiera a las 5.30 de la mañana hacía el más mínimo frío, por lo que no teníamos que cargar ropa extra. Se trataba de ir ligeros de carga para poder andar a buen ritmo. Para cuando nos pusimos en marcha, aun no había salido el sol, pero había claridad suficiente para andar sin problema alguno.


El camino, empieza con una cuesta importante. En algunos puntos incluso ha tenido que convertirse en escalera de piedra, tan integrada en el entorno que no se nota. Empezamos a buen ritmo y antes llegar a lo alto de la cresta, alcanzamos a dos matrimonios franceses, pasados los 50, que se lo tomaban con más calma. La cuesta es muy pronunciada, pero, precisamente por eso, no es muy larga y una vez arriba, el camino sube algunos metros más pero muy suavemente. 


Mientras andábamos los dos solos por lo alto de la cresta, no podía dejar de imagina que Marte, no podía ser muy distinto a aquello... al menos en las zonas sin vegetación. Las formas que adopta la roca caliza, son de lo más variadas y peculiares y, para acentuar el color rojizo-anaranjado, el sol salía justo delante de nosotros, tras las paredes del cañón. Un espectáculo impresionante, la verdad.
Apenas nos detuvimos durante el trayecto para hacer algunas fotos, echar un vistazo desde alguno de los miradores y observar un pequeño lagarto que se nos cruzó en el camino. No sabíamos cuanto nos iba a llevar y no podíamos arriesgarnos a tardar más de la cuenta. Pronto llegamos a una serie de escaleras y pasarelas de madera que se meten dentro del cañón y lo cruzan. Desde estas plataformas se aprecia ya un gran cambio. La cresta apenas tiene unos matojos y unos pocos árboles retorcidos, pero el interior de la garganta rebosa vegetación.


Nada más cruzar la garganta por una pasarela de madera y pasando bajo las escaleras que suben a la cresta sur, hay un desvío hacia el Garden of Eden. Si no sabes donde está, como era nuestro caso, no es evidente, pero después de las dudas iniciales, no tiene perdida.
El desvío se adentra un poco más en la garganta y una gran parte del recorrido se hace por pasarelas de madera. Cuanto más se adentra, más vida encontramos. Solo vimos distintas especies de pájaros, pero, al parecer,  es un ecosistema bastante completo con varios tipos de reptiles, ranas autóctonas,  e incluso pequeños wallabies. Al llegar al Garden of Eden como tal, nos encontramos con un par de pozas con bastante agua y bastante vegetación, un contraste curioso teniendo en cuenta que fuera del cañón es prácticamente un desierto. Es una pena que fuésemos en una época del año tan seca, porque en época de lluvias, el Jardín del Edén tiene que ser espectacular, con el agua entrando a las pozas a través de una cascada desde la parte superior del cañón y la flora en su máximo esplendor. 


Lo mejor de todo fue que llegamos solos y pudimos estar allí los dos tranquilos, disfrutando de la paz que respiraba en un lugar tan especial, durante un buen rato. Apenas hice fotos de lo relajados que estábamos. Hasta que llegaron los franceses que habíamos adelantado, hablando a voces y acabaron con la tranquilidad. Fue el momento en que decidimos re-emprender el camino. 
El camino de vuelta fue muy distinto para nosotros, pasamos de ir solos a encontrarnos con muchos turistas que habían llegado en autocares y se dirigían al Garden of Eden, o hacían la ruta de la cresta sur. El paisaje sigue siendo impresionante, pero las sensaciones son muy distintas.


Estábamos de vuelta en el coche, incluso antes de lo que habíamos pensado. El camino circular, en realidad solo tiene 6km de longitud, las 3-4 horas de duración que indican en todos sitios son algo exageradas, a menos que vayas parando en cada mirador y cada roca que te encuentres, te lo tomes con mucha calma o seas realmente lento andando. 
El camino de vuelta a Ayers Rock por el paisaje rojo, plano y semidesértico, no se hizo especialmente largo. Los casi 350Kms, se hacen bien porque hay muy poco tráfico y las carreteras están en buen estado, y como ya conocíamos el camino, se nos hizo más corto que a la ida.


Creo que no lo he comentado antes, pero en esta parte del país, el escaso suministro de gasolina, hace que el precio se dispare y sale casi al doble más que en zonas más pobladas. Cuando fuimos nosotros, el litro costaba algo más de 2,5 dólares australianos. A pesar de esto, es interesante llenar el depósito antes de hacer un trayecto largo si no estamos seguros 100% de que nos llega con la gasolina que tenemos y sabemos exactamente donde se puede repostar. También es importante llevar agua, e hidratarse bien. Mas vale prevenir.
Después de llenar el depósito del coche de alquiler a precio de oro, devolvimos el coche y facturamos y nos montamos en el avión de vuelta a Sydney. No sin antes aprovechar el Wi-Fi gratis de los buses aparcados en la puerta del aeropuerto... si, muy triste, lo se, indigentes digitales.

Como ya habíamos pasado 2 días en Sydney, en cuanto llegamos a la terminal domestica del aeropuerto, fuimos directamente a recoger otro coche que teníamos reservado, para emprender rumbo a la costa sur.
Aquí tuvimos un pequeño despiste y nos liamos con el calendario. Inicialmente teníamos que hacer 2 noches antes de llegar a Melbourne, pero, por alguna razón, nos saltamos un día al mirar nuestros apuntes y pensamos que solo teníamos una noche para hacer el camino. Al final nos vino bien para recorrer con más calma la gran ruta oceánica, que ya os contaré, pero hizo que disfrutásemos menos de lo que nos habría gustado, del trayecto de 900 kms a Melbourne.

Cuando se hizo de noche y ya empezábamos a estar cansados (había sido un día muy largo), buscamos un pueblo grande o ciudad pequeña donde parar a dormir y cenar y acabamos en Goulburn, a unos 200kms de Sydney. Sinceramente no era especialmente bonito, y menos de noche. Nos costó 3 intentos y un par de vueltas al pueblo, pero encontramos un motel de carrera (los Motor-Inn, tan típicos aquí) con habitaciones libres por 90$ la noche y no lo pensamos mucho más, no queríamos saber nada ya del coche. 
Menudo motel. Parecía que habíamos retrocedido 40 años en el tiempo. Impresionante. No solo las cortinas, las colchas y los azulejos del baño parecían no haberse renovado jamás, lo más llamativo de todo era la mesilla de noche. En su momento debía ser el súmmum de la modernidad, con una radio despertador integrada dentro del mueble-mesilla, que, por supuesto, después de tantos años ya no funcionaba y se habían limitado a poner un despertador normal al lado. La lámpara de la mesilla también se las traía y estaba atornillada al mueble, como si alguien quisiera llevársela a casa. Nos quedamos alucinados, pero hay que reconocer que se veía todo bastante limpio y además había Wi-Fi gratis en todo el pueblo.

Esta foto es de la web del hotel, para que os hagais una idea.
Estabamos tan cansados que fuimos al restaurante italiano que había en el mismo edificio del motel, simplemente por no ir más lejos. Bueno, por eso y porque ya era un poco tarde para la cena y corriamos peligro de que nos cerrasen los restaurantes. De hecho, cuando llegamos a eso de las 8 de la tarde, el restaurante estaba casi cerrando y nos dijeron que nos atendian si no pediamos platos muy complicados.

miércoles, 14 de enero de 2015

[AUSTRALIA] Dia 6: King's Canyon

Una vez más madrugamos, aunque tampoco demasiado. La noche anterior tuvimos que decidir entre ver el amanecer en Uluru o salir temprano por la mañana camino de King's Canyon, a unos 350km y así llegar a hacer una caminata circular de unas 3 o 4 horas por la cresta del cañón hasta un oasis escondido en su interior, llamado Garden of Eden. Andábamos justos de tiempo, y después de muchas vueltas, decidimos conducir por la mañana y sacrificar el amanecer en Uluru. Después veríamos nuestro error, pero ya era tarde.

Recorrimos sin problemas los más de 300km de distancia entre el resort de Ayers Rock y el Kings Canyon Resort, que, una vez más, era el único alojamiento de la zona. A decir verdad, hubo ratos que se hizo un poco aburrida la carretera a través del desierto, e incluso nos turnamos a pesar de no ser mucha distancia porque, tanta recta sin nada más que la carretera y tanta luz, hicieron que necesitase un relevo. Por lo demás un camino tranquilo y sencillo, con una carretera en buenas condiciones.

Llegamos al resort en torno al mediodía con un calor infernal y decidimos que no era momento de hacer una caminata de casi 4 horas. Era mejor comer algo y descansar un poco en nuestro bungalow, mucho más viejo y en peor estado que los de Uluru, por cierto. Se nota que es un lugar menos frecuentado por los turistas.

A eso de las 4 de la tarde, nos aprovisionamos con agua para luchar contra el calor, cogimos un par de pequeñas linternas por si nos sorprendía el atardecer y nos dirigimos a King's Canyon. Una vez allí llego nuestra primera decepción. Resulta que cuando se prevé una temperatura alta (36 grados o más), el camino que va por encima de la cresta hasta el Garden of Eden, se cierra a las 9:00 de la mañana. Hay otro par de caminos allí. El que discurre por la cresta sur del cañón, que en días de calor cierra a las 11:00 de la mañana y, aunque no llega al Garden of Eden porque una puerta de sentido único lo impide, sirve de camino de vuelta al camino largo. El otro camino, se adentra algo menos de un kilómetro entre ambas crestas y, al tener algo de sombra y vegetación, no cierra en ningún momento.


No nos quedó otra que hacer el camino corto, porque no hay mucho más que hacer por allí a esas horas. Estábamos bastante decepcionados por habernos organizado tan mal (en parte por desconocimiento), ya que a la mañana siguiente volábamos de vuelta a Sydney a las 13.30 y el trayecto en coche eran más de 3 horas.


A la vuelta del paseo nos encontramos con el Ranger del cañón que nos advirtió que los caminos que subían por la cresta estaban cerrados, así que aprovechamos para hablar un poco con él. Un hombre, muy amable. Nos estuvo comentando, que el problema reside en que el camino esta en alto y rodeado de roca roja, que recoge y refleja el calor del sol, por lo que la temperatura arriba se eleva 3 o 4 grados. En días como el que fuimos nosotros con 38-39 grados abajo, se podían alcanzar los 42 fácilmente en la parte de arriba. "¡Y solo estamos en primavera!" dijo el Ranger, "en verano con 42-3 grados aquí abajo, puede haber 46-47 arriba".
Le contamos nuestro problema con el camino y el avión y nos dijo que si madrugábamos podríamos hacerlo. A pesar de estar señalizada como una caminata de 4 horas, nos dijo que si no parábamos a hacer miles de fotos y no nos parábamos en todos los miradores, seguramente podríamos hacer la caminata en poco más de 2 horas, si maneniamos un buen ritmo. Nos recomendó que llegásemos antes que los autocares de turistas, que suelen llegar eso de las 6 o 6.30 en esa época del año. Si llegábamos a las 5.45 de la mañana, seguramente no habría terminado de amanecer pero habría claridad suficiente para andar y seríamos de los primeros en el camino. 
Que alegría nos dio el Ranger. De pensar que habíamos ido para nada, a solucionarnos la visita al Garden of Eden. Que hombre más majete.


De vuelta al resort, la chica de recepción nos comentó que tenían en el recinto un punto de observación del atardecer que además estaba cerca de su barbacoa. Ver el atardecer y cenar una típica barbacoa australiana, era un buen plan para no irnos muy tarde a la cama y poder pegarnos el madrugón a la mañana siguiente. Y si nos acostabamos duchados y con el equipaje preparado, mucho mejor.



Pasamos un rato tranquilo viendo el atardecer en el mencionado punto de observación, que se fue llenando de gente poco a poco. Vimos como se escondía el sol tras las rojas colinas y como se elevaba la luna, incluso vimos pasar un dingo, pero fui demasiado lento como para fotografiarlo. Una lastima. También buscamos sin éxito, al diablo espinoso, un lagarto local cubierto de púas. En la arena, bajo las pasarelas de madera, había huellas que bien podrían haber sido suyas, pero no vimos ninguno.


La barbacoa australiana consistió en un filete de angus australiano para mí y lomo de canguro para Ester con unas cervezas australinas de acompañamiento. Correcto, aunque nada del otro mundo. Se trata de un sitio para turistas en medio de la nada, tampoco se puede esperar demasiado.

jueves, 8 de enero de 2015

[AUSTRALIA] Dia 5: Uluru y Kata Tjuta

El día 5 hicimos la mochila y salimos hacia el aeropuerto, nuevamente en tren, salvo que en esta ocasión nos bajamos en la terminal domestica. Es de agradecer que las terminales del aeropuerto de Sydney estén diferenciadas entre doméstica e internacional, de manera que según sea tu destino, es fácil averiguar cual es la terminal que te corresponde, no como en Madrid-Barajas, donde nunca se sabe, entre las 4 terminales, cual es la que te toca.

El vuelo con Jet Star, de algo más de 3 horas, nos acerco al diminuto aeropuerto de Ayers Rock, en el desértico centro de la isla-continente. Al aterrizar, debido a que el aeropuerto carece de finguers ni nada parecido, bajamos  por la escalerilla del avión directamente a la pista para ir andando a al terminal. El choque de temperatura fue bastante fuerte, veníamos de 20-22 grados en Sydney y aterrizamos con casi 40.
Un dato curioso es que Ayers Rock esta en un huso horario distinto a Sydney, pero tan solo hay media hora de diferencia, entre el Territorio del Norte y Nueva Gales del Sur. Más curioso es el tema cuando descubres que el país se divide en tres franjas horarias, UTC +10 para la zona oriental, UCT +9.5 para la central y UTC +8 para la occidental, pero tan solo los territorios de la mitad sur (Nueva Gales del Sur, el Territorio de la Capital Australiana, Victoria, Australia Meridional y Tasmania) adoptan el horario de verano y, por tanto, cambian la hora dos veces al año, mientras que el resto del país, no hace dicho cambio horario. Peculiar cuando menos. Mas detalles aquí
Como en todos los aeropuertos australianos, la cinta de recogida de equipajes, esta en la zona pública del aeropuerto, pero al ser este tan pequeño, la única cinta de equipajes esta entre medias de los mostradores de facturación y de alquiler de coches. Bastante curioso. Debido a esta distribución, Ester, muy avispada ella, dijo que mejor nos pusiésemos a la cola de recogida de coches, donde solo había 2 personas y después seguro que se llenaría. La verdad es que ahorramos bastante tiempo, porque para cuando salieron nuestras mochilas, ya había 6 o 7 personas detrás de nosotros y solo tuve que acercarme  rápidamente cuando salieron, justo antes de que nos atendiesen, ya que solo había una persona atendiendo el mostrador de entrega de coches.

Por culpa de nuestra indecisión acerca del itinerario, hicimos la reserva del coche de alquiler demasiado tarde, con tan solo una semana de antelación y lo único que quedaba eran sedanes "luxury" y con tan solo 200 Km. incluidos, que íbamos a superar con toda seguridad. Lo de "luxury" es un poco relativo, porque lo que nos dieron fue un Toyota Corolla, con un acabado algo mejor que el básico, pero nada del otro mundo.

Nos dirigimos al Ayers Rock Resort, el único alojamiento que hay por allí, un conjunto de hoteles, apartamentos, bungalows y camping con distintas categorías y precios (aunque todos caros por la falta de competencia), bastante cerca del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta. La verdad es que, el Resort, no esta demasiado bien mantenido y se nota viejo, lo cual es un poco vergonzoso dado el precio de las habitaciones.
Nos habíamos decidido por la opción intermedia, el Desert Gardens Hotel que tiene un único tipo de habitación, pero con 2 precios dependiendo de si la habitación tiene vistas a Uluru o no. Pagamos por la habitación sin vistas, pero tuvimos la suerte de ser los últimos en llegar y nos hicieron un "upgrade" a la habitación con vistas. Como en la gran mayoría de los hoteles de Australia, la habitación tenía 2 camas de matrimonio. Si hubiésemos sido 4 habríamos gastado mucho menos dinero en alojamiento durante todo el viaje.

El resort tiene un pequeño súper que aprovechamos para comprar algunos víveres, básicamente agua, pan y embutidos para hacernos sándwiches. Nos llamó la atención que solo tenían cerveza sin alcohol y de jengibre y el único vino era también sin alcohol. En ese momento pensamos que, al ser el resort un destino turístico familiar, habían decidido no vender alcohol.


Comimos un sándwich en la habitación y emprendimos camino al parque nacional, en cuya entrada, se encuentra el puesto de los ranger, en el que se adquiere el permiso de entrada de 3 días de duración y que cuesta 25$ australianos. El parque esta gestionado por los aborígenes Anangu que, además de los controles de acceso, gestionan el centro de interpretación del parque donde, los Anangu explican porque es una roca sagrada para ellos, organizan visitas guiadas y, en general, informan a los turistas sobre todo lo concerniente a Uluru. 


Una vez dentro del parque fuimos directos a ver Uluru , una de los monolitos más grandes del planeta, una roca roja de unos 350m de altura y casi 10km de contorno, en medio de la nada. Hay varias rutas para caminar a su alrededor con varios aparcamientos, de manera que puedas acercarte a puntos interesantes de la roca o bien hacer una caminata circular a su alrededor. Incluso una para subir arriba, aunque los aborígenes piden a los visitantes que no suban, ya que es una roca sagrada. Nosotros íbamos con la firme intención de respetar los deseos de los aborígenes, pero no fue necesario, ya que el camino lo cierran si se prevé una temperatura máxima de 36 grados o más. 


Exploramos un rato las curvas de la roca, al ser arenisca, el viento y la lluvia han dado formas caprichosas a la roja roca, creando grietas, cuevas y formas varias. Hay un par de charcas, pero tan solo una de ellas tenía agua, y muy poca, porque fuimos en la época seca.
Decidimos intentar ver Kata-Tjuta (también conocida como las Olgas) antes del atardecer. Aunque Kata-Tjuta, comparte características con Uluru y esta formada en gran parte por el mismo tipo de arenisca, en vez de ser una única roca, es un conjunto de rocas que forman una especie de colina con 36 cimas. 
Un camino de algo más de 2km. nos condujo entre dos enormes rocas rojas. Los caminos aquí (como en la mayor parte de los caminos dentro de parques nacionales en Australia) están perfectamente delimitados y en las zonas un poco abruptas, incluso se convierten en pasarelas de madera. De esta manera, se minimiza el impacto sobre el entorno y se hace accesible a casi cualquier persona. 


No íbamos a llegar a tiempo a ver el atardecer, en Uluru. Los 50km. que separan las 2 formaciones se tardan en recorrer más de lo que habíamos pensado, casi una hora. Decidimos parar a ver el atardecer en uno de los miradores de Kata-Tjuta, desde que se podían ver las Olgas y muy a lo lejos Uluru. Es espectacular ver como la roca cambia de color por segundos entre desde rojos anaranjados, a casi grises. 


De vuelta al resort, preguntamos en recepción por un sitio para comprar unas cervezas y ahí nos explicaron que en Australia, la ley no permite vender alcohol en supermercados y solo se puede vender en bares y restaurantes con licencia especifica para ello, de los que no se puede sacar la bebida o bien en bottle shops, donde puedes comprarlo para llevártelo a casa. En cualquier caso, esta prohibido beber alcohol en la calle.
La recepcionista nos dio las indicaciones para llegar al bar del hotel más económico, el Outback Pioneer Hotel & Lodge, en el que parte de la barra es una bottle shop. Ya que estábamos allí, además de unas cervezas locales, aprovechamos para comprar unas pizzas para llevar y comerlas tranquilamente en la terraza de nuestra habitación. Había sido un día largo, estábamos cansados y el bar estaba muy animado, mucho más que nosotros.

lunes, 5 de enero de 2015

Un paseo por la red

Estas fechas me tienen ocupado, así que os pongo una recopilación de unos cuantos enlaces interesantes.

Xatakafoto nos trae un espectacular timelapse de Kien Lam que resume en 4 minutos un viaje de 3 años
Time and again-Un viaje alrededor del mundo en este timelapse
También han publicado una guía bastante completa comparando la profundidad de color entre jpeg y RAW. Ya sabéis que soy un firme defensor del RAW y, como no podría ser de otra manera, este artículo os dará buenos argumentos a favor.
La profundidad de color en RAW y Jpeg a fondo

Hastalosmegapixels, hace sus pronósticos fotográficos para 2015
Varios pronosticos fotograficos para 2015

Mientras tanto, la gente de dzoom, nos ofrece una guía muy interesante, para comprar objetivos usados sin temor a equivocarnos.
Guia para la compra de objetivos de segunda mano

Y por último, más de uno nos recuerda la importancia de actualizar la información de copyright en nuestra cámara y/o software de revelado.
Updating your copyright for the new year
Mantenimiento del nuevo año