sábado, 11 de septiembre de 2010

[Viaje a Vietnam] Día 3: Hanoi

La noche anterior nos acostamos sin preocuparnos mucho en poner el despertador porque alguien dijo que nos íbamos a despertar súper temprano por el tema del cambio de horario, pero la verdad es que nos despertamos relativamente tarde, no recuerdo a que hora, pero dormimos mas de 10 horas seguidas a lo tonto, la verdad es que tampoco nos extraño, el viaje había sido duro. Cuando estuvimos listos, nos bajamos a desayunar, un triste trozo de pan con mantequilla y café de sobre, a la cocina del backpackers que estaba al otro lado de la calle, en el mismo edificio que el bar de la azotea.

Como seguíamos sin equipaje y todos teníamos el malarone en la mochila, no podíamos viajar a Sa Pa hasta que lo recuperásemos porque es zona endémica de Malaria, así que nos decidimos a ir primero a la Bahía de Halong, para lo que nos pusimos a buscar una excursión que nos convenciese por las agencias de viajes cercanas. Recorrimos unas cuantas… bueno en realidad fuimos a 3 o 4 sin salir de la callejuela del backpackers y volvimos a alguna de ellas para regatear el precio hasta que finalmente nos decidimos por una en la que los camarotes del barco tenían una pinta impresionante y que nos dijo que el barco estaba nuevo porque tenia pocos meses de uso.


Ya con los deberes hechos, empezó a llover así que decidimos sentarnos en una mesita de la entrada del backpackers a tomar unas cervecillas que nos habíamos ganado hasta que se hizo tarde y nos pusimos en marcha para buscar donde comer y después hacer alguna compra mas, como unos bañadores para la Bahía de Halong y algo mas de ropa imprescindible.

 Al final nos pasamos la tarde entera de compras y a eso de las 19.00 o 20.00, hartos de tiendas, fuimos en busca de un sitio para cenar mas auténtico, ya que hasta el momento habíamos ido a restaurantes mas bien para turistas que, aunque no estaban mal, nos dejaban un poco con ganas de al mas vietnamita. Con esta idea en la cabeza nos sentamos en una de las múltiples terrazas que habíamos visto por toda la ciudad que nos llamo más la atención que las demás porque tenia una barbacoa en medio de la acera en la que no paraban de hacer todo tipo de comida. La terraza era de lo mas peculiar, formada por un montón de mesas de plástico, como de jardín, de estas que son apilables entre si para que luego no abulten al recogerlas, bastante bajitas, sin demasiado orden, pegadas las unas a las otras y rodeadas de minúsculos taburetes a juego donde apenas nos cabían nuestros occidentales culos y que no tendrían mas de 20 o 25 cm. de altura. Lo mejor de todo es que todos los clientes eran Vietnamitas, no habia ni un solo occidental a la vista, lo uqe nos hacia suponer que era un sitio autentico.
Nada mas sentarnos pedimos la bebida (cervezas por supuesto) y mientras esperábamos a que nos trajesen una carta o algo parecido, observamos a los demas clientes y nos dimos cuenta de como funcionaba el sistema. En la puerta del local había un par de mesas plegables como de camping llenas de platos con verduras, y brochetas de todo tipo. Uno se acercaba allí, llenaba un tupper de plástico que le pedía (por gestos) a la señora y lo llenaba de todo lo que quisiera para después devolvérselo a la señora y sentarse de nuevo en su mesa. Por su parte la señora apuntaba todo el contenido del tupper para cobrártelo después y lo dejaba en un montón de tuppers al lado de la barbacoa (que por cierto tampoco levantaba mas de 20cm del suelo) y ya te lo llevarían a la mesa cuando estuviese hecho.
Solo llenamos un tupper pensando que tendríamos que hacer un segundo viaje, pero cuando empezaron a traer la comida casi nos habíamos pasado. Comimos brochetas de pescado marinado, de gambas (bueno yo no pero los demás si), de distintas carnes con y sin verduras, verduras y sinceramente la mitad de las cosas no estábamos 100% seguros de lo que eran, pero comimos un poco de todo y no recuerdo nada que comiese y no me gustase. Una experiencia de lo mas interesante y recomendable, la verdad.


Después de cenar, como aun era temprano y habíamos cenado bastante, fuimos a un bar que habíamos fichado durante las compras porque tenía una terraza en la primera planta que tenia una pinta muy agradable. Nos dio tiempo a tomarnos unas cervecillas y echar una partida de mentiroso de dados antes de que nos dijesen que iban a cerrar a eso de las 11 de la noche.

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